CAPITULO 9- SU VERDADERO NOMBRE




Una vez mi médico Miquel
me dijo algo que me dejó triste,...

me pareció demasiado insensible
tratándose de un profesional
que estudió medicina para mejorar
la salud de sus pacientes...
Me dijo "acostúmbrate a vivir así"

Esto significaba:
acostúmbrate a sentir hambre,
a ver un plato y abandonar antes de empezar,
a qué la gente te pregunte porque no comes tanto,
a que mi cuerpo se vaya consumiendo,
a que mi vida se vaya acabando,
a que mi familia quiera ayudarme y no pueda hacer nada
a que mi marido me acompañe
a buscar todo tipo de alimentos,
como batidos para ancianos , potitos de bebés,
intentando tomar líquidos con un sorberte...
sobreviviendo...

Cuando a una persona le llega la hora de partir,
la primera señal es dejar de comer...
en mi cabeza ya no cabían mas pensamientos,
mas ideas para encontrar la solución.
Yo amaba la vida, yo no me iba a acostumbrar
a vivir casi "muriendo"...

si los doctores no me ayudaban, solo quedaba yo.
Yo, mi única salvación, y la gente que estuvo
a mi lado, pasando todo es proceso conmigo.

Mi relaciones sociales en el trabajo
eran bastante complicadas, muchas
veces se hacían comentarios que me caían mal,
mi jefe no me creía, mis compañeras
que ni intentaban entenderme.

Yo quería integrarme, yo no decía que no podía tragar,
eso me avergonzaba, a veces me convidaban algo para comer,
y yo lo guardaba, o lo comía de a mordisquitos diminutos,
al final lo tiraba, ya que me agobiaba la situación
de poder atragantarme... pasaba tanto hambre.

Un día intenté hacer lo mismo, con una galleta
"QUELITAS", típicas galletas  mallorquinas, son muy ricas pero a la vez muy secas, mi compañera me convidó con una
y yo me olvidé y di el mordisco demasiado grande...
Sin pensarlo, estaba ante un gran descubrimiento...

Gracias a mi sensación de imposibilidad de mojar aquella
pequeña porción de galleta con mi saliva, mi boca de pronto
se secó totalmente...como si hubiera metido un papel secante...
Antes no lo había notado, no había prestado atención 
a ese importante y grandioso descubrimiento: falta de saliva, saliva espesa... 

No era consciente de lo que había descubierto hasta
que, en la siguiente cita con mi doctor Miquel , como un comentario
al aire, le solté, lo de la galleta, la saliva y la boca seca,
y la luz iluminó al doctor... no olvidaré jamás cuando dijo otra
frase que cambiaría mi vida: " a ver si va a ser esa enfermedad de la boca seca..."
Me derivó a la especialista en reumatología
, en el hospital Son Dureta.

Yo no imaginaba que, no sería una cita más, no serían un montón
más de pruebas sin resultados... lo que yo padecía
tenía un nombre...




























Comentarios

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