CAPITULO 5 - UNA NUEVA OPORTUNIDAD


Ahora, mi vida había cambiado mucho....
me encontraba lejos de mi familia,
mi marido, el único que me regalaba
cada día una sonrisa,
soportó todo el peso...hoy lo sigue
soportando.


Recuerdo despertarme por la madrugada,
sintiendo gran malestar, mareada en la cama,
pidiendo a mi marido
que me trajera una cucharadita de azúcar,
porque me había bajado la tensión...


El invierno era duro, pero no tan duro
como no poder comer...
no tan duro como no saber si estaba loca...
o se estaba iniciando algo en mi
que los médicos no podían ver.


La primera visita al nuevo médico fué
un poco más alentadora.
El Doctor Miquel me escucho atentamente,
tuvo sus teorías, rebusco entre sus conocimientos,
y para empezar a dar los
primeros pasos en recuperar mi anterior vida,
o al menos parte...
me envió a realizarme dos primeros estudios.
Un estudio del intestino, otro que consistía
en tragar una amalgama, que servia de contraste,
mientras yo estaba tumbada de lado,
al mismo tiempo hacían radiografías,
para descartar que tuviera algo
que estuviera obstruyendo mi esófago, faringe, laringe...


Era deprimente ver mi cuerpo más delgado,
vistiendo esas batas de hospital,
recostada sobre un aparato de estructuras metálicas,
frío, tétrico. Pensaba que si me encontraban algo,
estaría contenta, porque sabría la razón de lo
que me estaba pasando...


Cuando los resultados llegaron, todo era completamente
normal. Ese momento cuando pareces una demente
que se inventa una historia para llamar la atención.
El médico descartó problemas motores...


Pero me envió a un médico digestivo, el que me recetó
un medicamento bastante peculiar,
Levogastrol, además de la delgadez que ya llevaba
a cuestas, este medicamento
hizo que mi ciclo menstrual desapareciera...

Visité a la ginecóloga y me dijo " esto es por tu bajo peso"
entendí que ella razonara de esa manera,
pero una vez más, un profesional estaba equivocado.








Luego de 9 meses con ausencia de mi periodo,
tomé la decisión de abandonar el Levogastrol,
porque no notaba mejoría, unos días después
volví a tener mi periodo.


Mientras mis visitas al Doctor eran continuas,
mi marido iba planeando unas vacaciones para dos
en Buenos Aires.
Para ese entonces, mi madre y mi padre ya sabían
sobre mi enfermedad, pero yo no quería hacerlo más grave.


Tendría que subir al avión trece largas horas,
para pisar mi tierra, abrazar mis raíces...
Algo alentador, una esperanza entre tanta contracorriente...


Comentarios

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